Ir al contenido principal

Ni Comunismo ni Liberalismo

Ni Comunismo ni Liberalismo. 

Ambos han fracasado como filosofías de la Historia. En ambos late un milenarismo, un Fin de la Historia. 

El comunismo vaticinó que una temporada de dictadura del proletariado (control total de los medios de producción) daría lugar a una sociedad sin clases, sin explotados ni explotadores. Pero la realidad es que la gran intentona no salió de la URSS y que estaba metida de lleno en la dialéctica de Estados propia de la Guerra Fría. El momento definitivo de la caída del mito comunista vino tras las conversaciones (impulsadas por Kissinger) de China y USA frente a la URSS.

El mito liberal como filosofía de la Historia tiene su figura central en F. Fukiyama y su Fin de la Historia: una vez caída la URSS, el futuro consistiría en sembrar democracias liberales por el planeta. Con esa ideología se acudió a Afganistán e Iraq, y en ambos lugares a la democracia le faltó el mercado pletórico, además de tropezar con morfologías morales incompatibles.

La Historia no tiene Fin. Mejor: no tiene finalidad. La única armonía que existe es la necesidad con la que todo ocurre. La Historia es lucha, pelea, competencias (y alianzas transitorias) a todos los niveles, aunque la medida la establece la dialéctica de Estados e Imperios, verdadero motor de la Historia. Este no es el mejor de los mundos posibles, sino el único mundo posible. Solo hay causas y efectos.

Comentarios

  1. Aunque Gustavo Bueno no lo deja claro...el género de la "Nación política" es ideológico, vinculado al mito de la "soberanía nacional", propia del demoliberalismo. (frente a la "soberanía popular" rousseauniana.., también ideológica).

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Brevísimo diccionario: Patria. Nación. Estado. Patria.

Nación, Patria, País, Estado. Hay una confusión con estos términos que impide entender nada. La principal labor de la Filosofía es distinguir, aclarar. No confundir o engañar. La Patria es tierra, territorio, suelo. La tierra donde están enterrados padres y abuelos. La Nación siempre refiere a las gentes. En latín, "natio" es "nacimiento"; por eso se habla de "nación de los dientes" o "nación de la oveja". También se habla de nación en sentido étnico (los gitanos hoy en España es la única nación étnica pura), o nación en sentido histórico (los españoles, en el Quijote), y por último, tras la Revolución francesa, se habla de nación política (vinculada ya con el Estado). El Estado a menudo se confunde con el poder. Pero no; es el territorio, con fronteras y con leyes, dentro del cual existe el poder (estructuras de mando y obediencia) y pueden desarrollarse las economías (la economía siempre es economía política, depende de regulaciones o i...

Dos breves apuntes para el 8M

Dos precisiones sobre el 8M. 1) Las mujeres no forman una clase atributiva, sino una clase distributiva (biológica). Por eso hay hombres esclavos y explotados, y mujeres ricas y explotadoras. Corolario: por sí misma la condición sexual no dice nada de la condición social. 2) los sistemas patriarcales o androcéntricos no son fruto del prejuicio ni de la irracionalidad machista, sino de razones materiales, efectivas y reales: cuidado de la prole, embarazos; fuerza muscular del hombre para ciertas funciones, etc. Una vez superadas ciertas condiciones técnicas y económicas pueden ser transformados esos sistemas androcéntricos, como ha pasado y está pasando en países como España, Francia o USA (pero no en Irán o Arabia Saudí).

Sobre el HEROÍSMO

Sobre el HEROÍSMO.  No es un héroe el que ha leído mil libros cómodamente en el sofá, ni el cultureta cinéfilo, ni tampoco el que ha viajado a Tailandia y medio mundo. Ni siquiera el poderoso, ni el que ha conseguido amasar una fortuna. Es un héroe el que siempre dice la verdad. El que nunca se queja y en su lugar vive agradecido. Aguanta los impulsos de la carne y se abstiene de ellos cuando quiere y sin sufrimiento. El que vive sin miedos. El que no entra en cólera, sino que perdona con dulzura y paciencia. El que ayuda sin esperar premios.