La Metafísica griega empieza con Tales, y precisamente tras descubrir -demostrar- un teorema ("todo triángulo trazado sobre un círculo que tenga como uno de sus lados el diámetro es un triángulo rectángulo"). La geometría da un patrón racional a partir de Tales, y comienza la des-antropomorfización de las religiones politeístas. Todos los metafísicos griegos son matemáticos y tienen en la geometría su canon de racionalidad (siempre las ciencias del momento, de hecho, han dado el canon de la racionalidad, basta pensar en Descartes, Espinosa (Apéndice a Ética I), Kant o Wittgenstein). Por ejemplo, la razón de que la Tierra esté en el centro del cosmos porque no tiene ninguna razón para inclinarse hacia otro lado es de Anaximandro, buen matemático también.
Pero con Platón empieza la Filosofía crítica, académica, y se pueden encontrar principios que ya no desembocan necesariamente en la metafísica: en la unidad del arché de Tales, Anaximandro, Anaxímenes, Pitagóricos... o pluralismo radical como el atomismo de Demócrito. Pensar en Filosofía es pensar contra alguien, y gracias a los que le precedieron, Platón pudo construir una Filosofía académica y crítica, si bien en muchos puntos tendente a la metafísica espiritualista, luego aprovechada por el agustinismo.
Cuando llamo "metafísico" a Tales no lo digo, evidentemente, con terminología aristotélica, entre otras cosas porque el término no es suyo. Es metafísico en el sentido de sustancialista, el agua como arché ("todo es agua"). Este principio último de la realidad no está a escala antrópica. La escala antrópica es la que toma como unidad de medida (ontológica y gnoseológica) el cuerpo humano, y como principio de operaciones a las manos.
Espinosa, por ejemplo, no es sustancialista (no es metafísico en este sentido al menos), porque las morfologías del mundo -del que tratan los hombres y animales, y lo con-forman en cierto modo a su escala-, no son la realidad última, porque lo configuran a través de los modos finitos, y siempre queda como límite regresivo, crítico, anti-dogmático, la infinita pluralidad de la única sustancia, con sus infinitos atributos, salvaguardando así toda posible sustancialización.
En este sentido, Demócrito también sería metafísico, pues los á-tomos son simples, sin partes. Por ello son invisibles, intangibles, no manipulables por los hombres; es decir, quedan fuera de la escala antrópica, y pretenden erigirse como elementos últimos de la realidad.
No se puede hablar del Todo, pues caeríamos en el monismo, por ejemplo de signo monoteísta ("no se mueve una hoja sin que Dios quiera"), porque nos salimos de la escala antrópica. Pero tampoco podemos hablar de los componentes últimos de la realidad (de lo simple, de lo "sin partes") de lo mínimo absoluto, porque nos salimos, otra vez, de la escala antrópica.
Los hombres con-formamos el mundo a nuestra escala, una escala que es la de nuestro cuerpo. Las morfologías del mundo en el que vivimos depende de ella. Todo lo que manipulamos está compuesto de partes, y nunca llegamos al Todo. Siempre operamos in medias res.
Comentarios
Publicar un comentario