Se suele decir que la Geopolítica es el estudio de la política internacional desde un punto de vista geográfico; es decir, es el estudio de la dialéctica de Estados tomando como parámetros los recursos naturales, las energías, las rutas comerciales, etc.
Muchos consideran a Mackinder, geógrafo inglés, como el fundador de la Geopolítica, y que a principios del s. XX trazó su teoría del pivote; la cual consistía en afirmar que controlar Eurasia sería equivalente a tener las riendas estratégicas del mundo. Dicho de otro modo, si Inglaterra permitiese que Eurasia tuviese cierta unidad política y que marchase al margen del control anglosajón, entonces el Imperio inglés se vendría abajo y la decadencia sería irreversible.
La Segunda guerra mundial acabó con la hegemonía inglesa, pero fue retomada por otra plataforma anglosajona, los Estados Unidos del Norte de América. Y siguieron las directrices de la geopolítica de Mackinder. En aquellos tiempos todo el esfuerzo se concentró en contener a la Unión Soviética, el hegemón de Eurasia, y de ese modo se pensó en una Alianza Europea que sirviese de barrera. Así se explica también la pinza que trazó Kissinger con China frente a la URSS, y que suposo de paso la ruptura del sueño comunista Universal por la vía de los hechos.
En estos años del siglo XXI, Eurasia se estaba recomponiendo geopolíticamente, con una China fuerte y con grandes proyectos comerciales, como la Nueva Ruta de la Seda. Había también una buena integración energética entre Rusia y Europa, a la vez que comercial con China. Parecía, por tanto, que Eurasia se estaba formando como Unidad, no política ni estatal, pero sí con cierto margen de independencia del control anglosajón, y con alianzas entre los Estados euroasiáticos.
Tal vez la guerra de Ucrania tenga algo que ver con esa estrategia anglosajona de romper las alianzas político-comerciales de Eurasia. Dos acontecimientos van en esta línea. El primero es que la Ruta de la Seda se ha visto ya seriamente dañada (sobre todo en su versión ferroviaria) perdiendo mucho volumen por la guerra, y colapsando ciertas líneas de suministros; y el segundo acontecimiento es que los pactos de energía Rusia-UE se empiezan a debilitar, habiéndose paralizado ya el gasoducto Nord Stream 2 y firmándose nuevos contratos con gas de EEUU.
Mientras, en España, seguimos sin geoestrategia y sin geopolítica, perdidos en rozamiento interno, y naufragando cada día un poco más, pero agarrados a los últimos restos del Imperio que fuimos.
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