Sobre la amistad en Aristóteles, Séneca y Spinoza.
Poco se puede reprochar a esta clasificación canónica de Aristóteles. En realidad, la verdadera amistad es la tercera, pues solo la búsqueda en común de la virtud es algo duradero. Las relaciones de interés desaparecen cuando se satisface el interés (y por eso Aristóteles dice que es propio de mercaderes) y las relaciones del amigo-diversión, propias de la juventud, son transitorias y dependen circunstancialmente de cómo de agradable sea la presencia en cada momento de tal o cual persona.
Séneca y Spinoza, con sus matices, están en la línea de Aristóteles.
Para Séneca, el amigo es alguien en quien confiar plenamente (Ad Luc. 3). La verdadera amistad no la destruye el miedo ni la esperanza, ni el interés mutuo (Ad Luc 6), sino que se basa en el impulso de lo honesto. Hay que rehuir la multitud, sus espectáculos y vicios, pues las malas costumbres nos arrastrarán lejos de la práctica de la virtud (Ad Luc 7). "Recógete en tu interior cuanto te sea posible; trata con los que han de hacerte mejor; acoge aquellos que tú puedas mejorar. Tales acciones se realizan a un tiempo y los hombres, enseñando, aprenden" (ib.)
Spinoza define, en la línea de Séneca, la honestidad como "el deseo mediante el cual el hombre que vive según la guía de la razón se siente obligado a unirse a los demás por amistad" (E4, 37,sc1). Más adelante (E4, 70) Spinoza nos dice que "el hombre libre que vive entre ignorantes procura, en la medida de lo posible, evitar sus beneficios", pues el hombre libre (el guiado por la razón), si recibe favores de ignorantes (guiados por afectos y pasiones cambiantes), deberá devolverlos según la índole de ellos, y eso puede generar inestabilidad y odios si el ignorante no cree haber sido compensado. No se puede evitar siempre el mercadeo de favores, pero hay que poner atención en ello.
Por eso dice Spinoza, en la proposición siguiente, que "solo los hombres libres son entre sí muy agradecidos". La verdadera amistad no cuenta los favores, se remiten mutuamente sin que tenga sentido llevar una contabilidad de los mismos.
También Aristóteles advertía que si era la búsqueda de la virtud lo que unía a dos amigos, de suyo habría placer en la relación, pues las conversaciones, por ejemplo, son agradables. Y hay interés mutuo, pues nada hay más importante en la vida que el progreso moral de uno mismo (firmeza) y de los que nos rodean (generosidad). En la verdadera amistad se recogen en sentido pleno y duradero las tres características de Aristóteles.
Resulta entonces que lo más útil que hay en la naturaleza es la amistad verdadera. Ningún tesoro es más valioso que el de un buen amigo.
Pocos textos hoy en día se dedican a este universal y eterno tema; al menos con muy pocos me he tropezado yo (por no decir ninguno). Magistral exposición: clara, sintetiza en unas líneas algo tan grande como océano, ampliamente documentada, emotiva.
ResponderEliminarGracias Jose... Un abrazo
Eliminar