La Materia ontológico general (M), es la radical negación de la posibilidad de alcanzar los principios últimos de la realidad; llegar a sus elementos más íntimos.
El materialismo grosero, es decir, el corporeísmo (hoy más bien el energetismo), ligado al fundamentalismo científico de la mano sobre todo de la Física, postula, por ejemplo, las 4 fuerzas (nuclear débil y fuerte, gravitatoria y electromagnética) como esas realidades últimas que digo niega el materialismo filosófico mediante M. En efecto, es dogmático postular esas 4 fuerzas como principios últimos de la materia (además de que se reduzcan M2 y M3 a M1), porque están dadas a escala antrópica, es decir, a la escala del cuerpo humano. Ahora bien, los elementos últimos de la realidad, de existir, son incognoscibles para los hombres precisamente porque desbordan el campo antrópico. Por eso, el materialismo filosófico opera con legalidades dadas a la escala del cuerpo humano, entre ellas las técnicas y las ciencias y, gracias a ellas, la Filosofía.
Ahora bien, que no se pueda llegar a los elementos últimos de la realidad no quiere decir que todo sea radicalmente incognoscible. No hay verdad absoluta, pero tampoco se renuncia a la Idea de Verdad. En las ciencias se establecen verdades (identidades sintéticas) necesarias, que están por encima de la voluntad de los sujetos operatorios que las han construido. Y podemos hablar también de ciertas verdades en el campo ético, normas transcendentes a toda sociedad humana ("no matarás", "no robarás"). La firmeza y la generosidad (Fortitudo) son verdades éticas; útiles a toda sociedad humana y en cualquier tiempo y lugar.
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